Por Luis Fernando Escalona
Imagen tomada de pxfuel.com (Edición: Ala de Avispa Editores)
Muchas veces se confunden estos tres oficios y se cree que uno desarrolla las tres actividades. Sin embargo, cada una de ellas está en realidad bien definida y valdría la pena detenernos a diferenciar, brevemente, una de otra, en el orden del proceso general de edición.
El editor es la cabeza de un proyecto editorial. Controla los aspectos de gramática y corrección, así como de la delimitación de páginas y contexto general de la obra o publicación.
El diseñador organiza de manera gráfica el contenido entregado por el editor. Según las medidas del objeto a publicarse, formará en plantillas el texto e ilustrará, si así lo demanda, algunos pasajes del mismo. Se le debe dejar que su creatividad fluya libremente, apegada siempre a los criterios editoriales de la empresa.
Finalmente, el impresor. Mucha gente cree que un editor es un impresor. Sí, siempre y cuando su capacidad y giro empresarial lo lleve a ubicarse en el rubro también. Sin embargo, muchas editoriales funcionan con proveedores externos, enfocados únicamente a la impresión de materiales. Pero es el editor quien indica, a través de fichas técnicas, las especificaciones que el impresor debe seguir para producir el objeto.
Es importante, sin embargo, que los tres sujetos conozcan el trabajo de los otros, de tal manera que los procesos se hagan más eficientes y la comunicación fluya de un lado hacia el otro con el fin de lograr el objetivo, para el cual, se encuentran involucrados: la publicación de un material.